Free-lance curator/director based in Madrid, Spain, working either in public and private spaces since 1987
Víctor Grippo: Transformación
- Comisaria: Alicia Chillida
- Coordinación: Cruz Provecho
- Lugar: Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC), Santiago de Compostela, 2014
- Itinerancia: Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), UNAM, México, 2014 / Museo Banco de la República, Bogotá, Colombia, 2014
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Transformación: tomar conciencia. Alicia Chillida
“En el momento actual el A(rtista) puede jugar un rol más importante que su propia obra al situarse entre la fuerza social que lo nutre y la F(uerza) S(ocial) que de la imaginación creadora puede derivarse. El artista tomará como punto de partida una intención ética y de progreso verdaderos [sic] transformándose en integrador de múltiples experiencias, en oposición a la continua fragmentación a la que nos somete nuestra sociedad, para contribuir a la concepción de un hombre más completo”.
“El arte es un estado exacto del hombre”.
(Víctor Grippo)
El trabajo de Víctor Grippo se desarrolla en el cargado clima político de Buenos Aires en los años setenta, un tiempo de excitación y fermento intelectual en el que la cultura emerge en las calles. En aquel ambiente de búsqueda popular de conocimiento, la posibilidad de crear un pensamiento nuevo, de resignificar los objetos, a la que Grippo, químico de formación, recurre, es un camino abierto en el territorio del arte: “En 1970 comencé a trabajar con papas como material, tentando (sic) ‘sacralizar’ un objeto cotidiano en apariencia intrascendente y descubrir sus múltiples significaciones. Arte y ciencia —lógica y analógica— sirvieron como instrumentos”.
En 1970 Grippo presenta su obra Analogía I en la exposición Arte de sistemas del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En ella propone ampliar la función cotidiana de un objeto familiar, la patata, midiendo la energía que produce a través de una retícula de madera con 40 patatas dispuestas en celdillas, con dos electrodos cada una, uno de zinc y otro de cobre. Mediante un voltímetro, el espectador puede medir la energía eléctrica que generan (0,7 voltios por unidad). En un texto anexo, el autor establece una analogía entre tres estados de la papa y tres estados de la conciencia humana. Para la papa, los estados son: 1) definición del diccionario, 2) uso cotidiano de la papa como alimento, 3) uso no convencional: obtención de energía. Y para la conciencia, lo mismo: 1) definición, 2) uso cotidiano: conciencia individual, 3) uso no cotidiano: toma de conciencia de la energía.
El arte descubre las relaciones ocultas o encubiertas. Si una de mis obras “redescubre” la capacidad energética de la papa, de ese alimento tan común, que se ingiere casi sin verlo porque no hay “día sin papa” en cualquier habitante del planeta, es porque intento proveer de una imagen totalizadora que destruya o debilite esa especie de ceguera que la ha vuelto casi invisible para la mayoría. Simplemente, se la usa, se la come. Se olvida lo que es, todo lo que supone. Todo responde a una cosmovisión, a ese estado interior, a esa forma de vida.
La elección de un alimento humilde como la patata, que se convierte por analogía en imagen de la energía mental, no es gratuita. Con ella Grippo revindica el valor de su país y la construcción de su propia cultura, a la vez que hace una sacralización, no solo de la patata en sí, sino también de lo pobre, del objeto de uso cotidiano, básico. No hay que perder de vista que la patata, originaria de Perú, llega a mediados del siglo XVI a Europa, donde se la denomina “planta revolucionaria” porque inmediatamente desplaza los cultivos autóctonos y modifica su dieta.
El valor otorgado por el artista a la papa en su relación con la conciencia humana, su naturaleza de verdadero símbolo de la capacidad cognoscitiva, la conecta íntimamente con la piedra de los filósofos, en Síntesis (1972) resalta la analogía entre papa y piedra. La piedra como arranque de toda la sabiduría en la tradición alquímica, una verdadera alegoría de imágenes que sintetizan el objetivo del hombre como ser pensante y ser creador.
De este modo, el trabajo de Grippo realiza un recorrido desde las artes mayores hasta la base de la sociedad. Su mirada es vertical, se dirige por analogía desde la energía vegetal a la energía de la creatividad humana, desde lo visible a lo invisible. Es una invitación a una comunicación con la interioridad secreta de algunos objetos cotidianos. Ya en Sin título (1966) se vislumbra este sistema propio, compuesto por circuitos, conexiones y vías de enlace, en los que la transposición de las operaciones poéticas, científicas y metafísicas al sistema del arte genera una sintaxis de elementos simbólicos diversos.
“Empecé a incorporar a mis cuadros (todavía eran cuadros) imágenes del mundo de los mecanismos, que también es el mundo del trabajo moderno. Más tarde, las imágenes tomaron dimensión, movimiento y luces propias. Entonces, el mecanismo fue la obra plástica. Se pueden pintar máquinas, hacer imágenes de máquinas (los dibujos de Leonardo, Léger). Pero pasé de pintarlos (como uno de los pasos de una evolución) a incorporarlos a un sistema de simbolización, a un lenguaje”.
Grippo cree en el trabajo como fuerza constitutiva del ser humano, este se convierte en la clave para lograr el objetivo principal: la transformación del hombre a través del ejercicio de un oficio. Los cinco oficios fundacionales de la sociedad aparecen asociados en la obra Algunos oficios (1976): el herrero, el carpintero, el cantero, el labrador y el albañil. Para Guy Brett, más allá de un simple himno al trabajo, el artista “trata de disolver las escalas de valor tradicional entre arte y artesanía en una imagen de reciprocidad”.
Cuando el hombre creó su primera herramienta, creó simultáneamente el primer objeto útil y la primera obra de arte. (…) Modificación de la materia y modificación del espíritu, en una interacción entre el pensamiento y la mano prolongada. Hay momentos perfectos en el trabajo del hombre donde es imposible definir si es él quien guía la herramienta o ésta la que mueve su mano.
La obra paradigmática de esta relación particular con el trabajo es la Construcción de un horno popular para hacer pan, que tiene lugar en 1972 en la plaza Roberto Arlt, en pleno centro porteño, dentro de la exposición colectiva Arte e ideología, CAYC al aire libre. (El envoltorio del catálogo de la muestra contenía dos textos firmados por Joseph Beuys, eran los pronunciamientos de la Organización para la Democracia Directa – Iniciativa Popular Libre). Grippo, autor principal de la obra, junto a Gamarra y el artesano Rossi, explica su posición:
“Intención: trasladar un objeto conocido en un determinado entorno y por determinada gente, a otro entorno transitado por otro tipo de personas. Objeto: revalorizar un elemento de uso cotidiano, lo que implica, además del aspecto constructivo escultórico, una actitud. Acción: a) construcción del Horno; b) fabricación del Pan; c) partición del Pan. Resultante pedagógica: describir el proceso de construcción del Horno y de la fabricación del Pan. (…) Será posible la participación del público mediante un intercambio de información”. (…)
(Extracto del catálogo, ed. CGAC, Santiago de Compostela, MUAC, México, Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, 2014).