Víctor Grippo: Todo en movimiento

Todo en movimiento. Alicia Chillida

En el momento actual el (A)rtista puede jugar un rol más importante que su propia obra, al situarse entre la fuerza social que lo nutre y la (F)uerza (S)ocial que de la imaginación creadora puede derivarse.

El artista tomará como punto de partida una intención ética y de progreso verdaderos (sic) transformándose en integrador de múltiples experiencias, en oposición a la continua fragmentacion a la que nos somete nuestra sociedad, para contribuir a la concepción de un hombre más completo”.

Víctor Grippo

 

Cuando desde la balsa, el cacique dorado arrojaba oro y ofrendas a las aguas, pactaba con la Naturaleza la renovación de la vida.

Ceremonia muisca, ritual de El Dorado, Museo del Oro, Bogotá

Artista y científico. Vertebrador de experiencias. Alquimista y chamán, cocinero y albañil, cantero, carpintero e intelectual. Argentino, hijo de inmigrantes italianos, amante de su tierra latinoamericana, comprometido con su tiempo, su país y su comunidad.

Víctor Grippo (Junín, 1936 – Buenos Aires, 2002) persigue con su obra la Transformación del hombre y de la sociedad, aúna ética y estética para alcanzar un grado de consciencia en el que “el arte sea un estado exacto del hombre”. Y lo demuestra empíricamente al resignificar la papa, –un alimento pobre, de origen latinoamericano, la planta que conquista Europa en el siglo XVI– y establecer una analogía entre la energía eléctrica que produce y la capacidad cognoscitiva de la mente humana. A partir de ahí, “la asimilación de la papa con la piedra, arranque de toda la sabiduría en la tradición alquímica, en un juego de alegorías, legitiman al hombre como ser pensante y creador” (Jorge Glusberg).

El cargado clima político de Buenos Aires de los años setenta es también un momento de gran efervescencia ideológica y cultural. Grippo forma parte del Grupo de los Trece, liderado por Glusberg, en el Centro de Arte y Comunicación CayC. “En el contexto histórico del Instituto Di Tella y de algunas galerías, la mayor afinidad de Grippo, que reside en La Plata, se alinea con el todavía innominado conceptualismo”. (Ana Longoni). En 1972, dentro de la muestra Arte de Sistemas, Grippo presenta Analogía I, primera obra en la que utiliza la papa como material productor de energía, en su relación a la consciencia humana. Tras esta se sucederán otras, como Tiempo, 1991, o La papa dora la papa, la conciencia ilumina la conciencia, 1978, donde el autor restablece la ecuación arte+ciencia+metafísica para constituirla en una única búsqueda. En Pinturas, 1975-76, vemos la papa germinando a la luz de la luna, levitando y siendo cincelada por el escultor en busca del alma de la piedra. En ST, 1966, dos óleos sobre lienzo representan el mundo del trabajo moderno: máquinas: circuitos que forman un sistema que más adelante se transpone al lenguaje simbólico del autor, como lo evidencian obras germinales como NH3, 1971, o Hipótesis sobre la modificación del proceso fotográfico, 1972, en ella Grippo reflexiona sobre el valor de la fotografía como proceso químico y artístico. Cada nueva obra supone un experimento poético y científico en sí mismo, un segmento de significado que aporta un dato más a la demostración del sistema general que la conforma. “Una marca sobre otra marca, una gestión de inscripción, no de cancelación, nunca de clausura”. (Marcelo Pacheco). En Algunos oficios, 1976, “más allá de ser un verdadero himno al trabajo como elemento constitutivo del hombre, el artista trata de disolver las escalas de valor tradicional entre arte y artesanía en una imagen de reciprocidad” (Guy Brett).

Todo en movimiento es el título de la primera exposición individual de Víctor Grippo en Madrid, en la galería 1 Mira Madrid. Por su contundencia y singularidad posee una ambición museográfica, al ofrecer una nueva visión del artista. El título de la muestra alude a Todo en marcha, (Indice del movimiento general de los seres y de las cosas), 1973, que apunta al mecanismo interno del trabajo de Grippo en plena ignición. Esta exposición supone un momento clave para la obra de Grippo, en el que se produce una nueva apertura de su significado, entre otros: el intercambio entre el ser humano y el ser vegetal, que prefigura ideas esenciales relativas al conflicto ecológico actual.

En Vida, Muerte, Resurrección, 1980, hoy en la colección del MOMA NYC, el artista apunta a un nacimiento inverso, en el que la fuerza de los gases que genera la putrefacción de los porotos es más fuerte que el plomo, haciendo estallar esas formas geométricas elementales que los contiene. Todo un juego alegórico en el que el valor vital natural (los porotos) vence a lo inerte (el plomo). Para Grippo, lo científico está originariamente incluido en lo artístico, como lo estuviera para Lucrecio. De Rerum Natura obedece a un tiempo en el que física y poética son la misma cosa, vínculo que la modernidad escindirá. El autor acude a la alquimia como antigua rama de la física y la química actuales. Ésta opera en su obra como una lógica interna, una corriente subterránea simbólica que la cohesiona. “Grippo no polemiza en los términos que propone el debate cultural de su tiempo (…) su opción es crear un reservorio de valores desde los que la imaginación pueda ensayar nuevas formas de pensar el mundo”. (Andrea Giunta)

 En 1981 aparece por vez primera la plomada en la obra Opuestos (Opuestos-Contacto-Unión) y comienza una extensa serie que el artista desarrolla hasta el final de su vida, cuyo tema central es el Equilibrio: Relieve (Sutil), 1983. Durante los años ochenta el autor produce una serie de relieves en los que el valor de la rosa – símbolo de transformación, de resurrección – su permanencia vital, se contrapone e interactúa frente al valor de lo inerte en el plomo. Una extensa serie de Dibujos, 1972-2002, complementa la línea de trabajo desarrollada en la escultura y esboza nuevas ideas.

El silencio apunta a un espacio atemporal metafísico con volúmenes en yeso y madera blancos, de significado oculto, inmersos en una calma suspendida: Cercando la luce, 1989. Comentarios a la idea de progreso conviven con una esperanza visionaria en la que «la acción y la contemplación serán un solo acto apacible, que acompañe a la naturaleza en su unidad (Víctor Grippo). En Anónimos, 1998-2001, la figura humana se ha tornado informe, sin expresión, casi sin vida, en contraposición a aquella comunidad viva y alegre que rodeaba al horno.

La acción curatorial Ritual del Pan y las Cenizas, 2015, dirigida por la autora de este texto y editada en colaboración con Benito Macías, como ensayo visual filmado en vídeo, se inscribe en la XII Bienal de la Habana y surge de la propuesta de Nidia Olmos, en su voluntad de nombrar el lugar en el que descansan las cenizas del artista. En paralelo, tiene lugar la reactivación de la obra Construcción del Horno popular para hacer pan, 1972, que fue censurada y destruida a los dos días de su creación en una céntrica plaza de Buenos Aires. Con el horno, encontramos de nuevo un objeto artesanal, popular, desplazado de su entorno rural y convertido en arma de acción social. En Cuba, se coció el pan y se repartió entre los transeúntes como un regalo, donde hoy permanece para uso de la Comunidad. El antropólogo Marcel Mauss en su Ensayo sobre el Don. Forma y función del intercambio analiza cómo los actos de dar, recibir y devolver crean un mecanismo circular que fortalece la cohesión social, una suerte de micropolítica transformadora, así la obra de Víctor Grippo.

(Extracto de la publicación, Madrid, 2023).