Maria Nordman: Cueva-Dar-a-Luz / Habitaciones para un Comunidad nueva

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Maria Nordman. Alicia Chillida

En el contexto de La Noche en Blanco, el 22 de septiembre de 2007 La Casa Encendida presenta dos proyectos específicos, producidos para esta ocasión, de la artista María Nordman. Alineado con el Equinoccio de otoño, el Concierto-Collage introduce  algunos elementos de las esculturas y de los dibujos en la música y son los intérpretes y artistas invitados quienes interactúan con las obras: Irene Díaz con las castañuelas, Tomasito al cante, Jorge Gómez Vidal a la guitarra, Bandolero y Sergio Martínez al cajón flamenco, bajo la dirección de Nordman. Para la artista “cada persona conocida o desconocida  es invitada a ser co-constructora de la obra” y la palabra es la que soporta esta construcción. Hablar (cantar, bailar) es o puede ser construir. La escultura que acoge a los músicos durante el concierto incluye sillas, mesas y plantas, elementos recurrentes alrededor de la noción de conversación e intercambio tan queridos por la artista. 

La serie de dibujos/escultura Standing Pictures presentados en la exposición del patio de la Casa Encendida bajo el título: Habitaciones para una Comunidad Nueva, son diagramas que intentan aprehender los sistemas de urbanización desde los orígenes, son esquemas ontológicos en los que aparecen representados planos con el comienzo de la “Nueva Ciudad”, con las construcciones y los movimientos de sus habitantes: “La Nueva Ciudad comienza con la Construcción de La Casa de Invitados Continua”, declara Nordman.

En Habitaciones para una Comunidad Nueva y Cueva-Dar-a-Luz, su autora establece un diálogo entre dos lugares, distantes en tiempo y espacio: la ciudad de Madrid en tiempo presente y un remoto lugar en el interior de la tierra: la cueva rupestre de los Casares, en Riba de Saelices, Guadalajara.  A la vista de los grabados que contiene, Nordman propone que “este espacio sea re-nombrado como Cueva-Dar-a-Luz 35.000 a.c. – 2007, como una escultura continua colaborativa inter-mantenida  y conservada por nuestros antepasados procedentes de varias culturas. Las personas que deseen interactuar con esta escultura contemporánea, pueden viajar y visitar este lugar situado en Castilla LA MANCHA.”

El taller impartido en la Universidad Europea por parte de la artista y comisaria, incluye clases magistrales y un trabajo de campo donde la observación del sol (elemento constitutivo del trabajo de Nordman) tiene lugar desde el telescopio del Real Observatorio de Madrid; Y el viaje a la Cueva de los Casares, sede de una serie de grabados Paleolíticos que la convierten en uno de los yacimientos mas importantes de la Península Ibérica. 

Maria Nordman nace en Silesia, “donde la lengua alemana se encuentra con la lengua polaca, una ciudad dividida por un río”. Emigrada a Estados Unidos en la infancia, su obra mantiene un fuerte vínculo con la naturaleza; tanto la influencia de la luz, como la temperatura, los desplazamientos en el espacio, los árboles, la cadencia de una voz, la música, la arquitectura y más recientemente el teatro, son algunas de las múltiples direcciones a las que la artista se dirige para realizar sus esculturas y dibujos.

Nordman ha ofrecido numerosos conciertos a partir de sus dibujos-partituras. Desde sus primeras intervenciones cuestiona a “cualquier persona” cuál es el lugar y el tiempo de una obra de arte. Diez años antes que las grandes convocatorias públicas de escultura en la ciudad, como Skulptur Münster, o Chambres d´Amis en Gante, Maria Nordman produce obras seminales en la construcción de la idea del arte en “lugares abiertos de los barrios de la ciudad en los que la gente vive y trabaja”. Su obra es esencial para comprender el arte público contemporáneo, en el que incide de modo radical trazando nuevos caminos, la podemos asociar a la de algunos artistas de su generación como Lawrence Weiner o Michael Asher.

Maria Nordman realiza numerosas esculturas en el exterior en forma de plantaciones de árboles: De Civitate, Münster, 1997, y Ground Squirrel Park, California, 1978, son tanto dibujos geométricos vistos desde el cielo, como un sutil ejercicio de jardinería, donde cuestiones como las especies elegidas, la orientación en referencia al sol y al viento, e incluso la naturaleza del suelo y la pluviometría deben ser tomadas en cuenta.

Durante cuarenta años la ciudad ha sido y es el motor creativo de su trabajo, en ella la luz del sol es “la constante” junto a las personas y la naturaleza, son las que conforman el elemento constructivo de la obra. Sus primeras esculturas en 1967, habitaciones vacías, (time-specific/site specific), en L.A, California, se desarrollan en un tiempo y en un espacio anónimo fuera del museo. “Este trabajo existe sólo en un contexto abierto para cualquier persona”, invitan a una presencia temporal del “colaborador”, (Nordman rechaza la palabra espectador). Según ella misma afirma: “Mis obras no son efímeras, perduran en tanto la consciencia humana perdure. La memoria tiene más substancia que las propias paredes de los edificios”.