José María Sicilia, Enrique Morente, Juan Goytisolo: Las mil y una noches

Las mil noches y una noche. Alicia Chillida

La luz del alba sorprendió a Sahrazad y ella dejó de hablar. “¡Qué historia tan extraordinaria e increíble!” exclamó su hermana Dinarzad, “Pues si la próxima noche aún sigo con vida y su majestad el rey me lo permite, os contaré el resto, que es mucho más sorprendente todavía”, replicó Sharazad.

¡Una noche más, más tiempo! imploraba Sahrazad. Llegada la noche y a instancias de su hermana, lograba salvar su vida y la de miles de mujeres a través de la palabra, del relato. Las mil y una noches es una recopilación de historias tejidas desde los albores de la humanidad, fruto de una tradición oral milenaria. Este espíritu del libro múltiple, inacabado, circular invitaba a crear una nueva historia, un nuevo sueño dentro del sueño, un proyecto multidisciplinar que diera cita a tres creadores: J.M. Sicilia, Enrique Morente y Juan Goytisolo, que, desde la pintura, la música y la literatura, fueran capaces de rememorar al unísono el espíritu del Libro Infinito, convergencia cultural entre Oriente y Occidente.

La luz que se apaga da título a esa luz trémula y dramática a punto de extinguirse que protagoniza el trabajo de los últimos diez años de J.M. Sicilia, parece ser ésta la mejor acepción para una obra que se bate por expresar, a través de la pintura, un instante de luz, de intensidad. Sicilia alude a la noche, a la oscuridad como luz y enlaza con la reflexión del Libro milenario.

El proyecto Las mil y una noches presenta una revisión de la pintura, escultura y dibujo que J.M. Sicilia crea durante la última década. Una línea poética que aparece trazada a través del tiempo como un camino personal, que trasciende el carácter lírico de la obra para adentrarse en los problemas de la pintura y de la visión: la búsqueda del “corazón” del cuadro a través de un diálogo entre fondo y superficie, la luz como elemento que define esta relación y la imagen como vehículo de emoción y tensión, capaz de estructurar el plano del color. “Cuando pinto una flor pienso en algo que ha de tener un alma, una frescura, y que el hecho de contemplarlo equivalga a una respiración. Se trata, en suma, de algo más ligado a esa intensidad que pongo al tratar de entender esta vida que a un problema formal. Durante la década de los ochenta, la riqueza pictórica de Sicilia se presentó bajo iconos abstractos a los que paradójicamente titulaba “Flores”, estos dieron paso a los cuadros blancos de los primeros años noventa: las series sobre San Juan de la Cruz, en las que subyacen misteriosas imágenes que se adivinan bajo la superficie monocroma. Obsesionado por reducir la dialéctica entre fondo y figura y anhelando una mayor pureza, recurre a medios fotográficos y a la cera virgen como materia esencial de su reflexión. (…)

Las últimas pinturas, creadas para la exposición, aparecen acompañadas por una extensa serie de dibujos negros, que se suceden en paralelo a ellas, como si se tratase de un inventario de sueños o como si fueran las noches correspondientes a los días en los que nacen las pinturas. Del mismo modo que los dibujos actúan sobre el resto de la obra, quebrando y multiplicando los significados, es así como el relato se basa en la ramificación y en la concatenación, la historia ha de contener historias; el cuento ha de contener cuentos; el sueño, sueños, las imágenes, imágenes. Y de este modo se quiebra lo único a favor de los múltiple, una sugestión de infinitud. Así describe Andrés Sánchez Robayna el procedimiento creativo del Libro Milenario. (…)

La fluidez del relato, la arquitectura helicoidal del espacio del CAAM que acoge esta exposición, así como la cadencia creativa de Sicilia convergen en la idea de laberinto, que organiza espacial y conceptualmente la muestra y la escenografía del concierto. En el trabajo reciente de Sicilia, el motivo de la flor se abstrae de nuevo hasta desaparecer, eclipsado por un fogonazo luminoso que lo diluye en manchas de color vivo e intenso. (…)

Morente ha establecido a través de los años un diálogo constante con la poesía, tal y como lo demuestran sus composiciones basadas en las obras de Federico García Lorca, Manuel de Falla, María Zambrano o en la poesía mística de San Juan de la Cruz. En Fantasía del Cante Jondo, Morente demuestra que el arte, tanto popular como culto, es la historia del deseo, de las ilusiones y los desmayos de la condición humana ante la realidad. “Si el arte flamenco no lleva sentimiento, no lleva nada. Respecto a la relación del flamenco con la música, no sólo árabe sino andalusí, hay algo muy claro, el flamenco sin los gitanos sería otra cosa. Es un hecho. El folclore andaluz y el carácter español son también determinantes en la formación de un arte que una vez consolidado, ya no tiene fronteras”.

El tercer capítulo de este proyecto lo protagoniza Juan Goytisolo, que imparte un curso magistral sobre el Libro, ofreciendo el marco teórico y reflexivo de una obra, que en su opinión lo contiene todo y cuyas esporas han ido fecundando buena parte de la literatura universal, un origen cultural que nos hermana a todos, ya que encierra la memoria colectiva de Oriente y Occidente. Frente a la violencia, a la falta de entendimiento, Goytisolo tiene, como lo tuvo Sahrazad para combatir la crueldad, un antídoto: que los individuos queden seducidos por la literatura, el más hermoso jardín: ese “armario lleno de libros” al que todo aquel que lo desee puede acceder.

(Extracto del catálogo, ed. CAAM, Las Palmas de Gran Canaria, 2005).