Free-lance curator/director based in Madrid, Spain, working either in public and private spaces since 1987
Laura Torrado: Specularia. El reflejo de Venus
- Comisaria: Alicia Chillida
- Organización: Juan Membrillo. Conservador Fundación Antonio Pérez, Cuenca
- Lugar: Museo de la Fotografía de Huete, Cuenca, 10.06 - 03.09.2023






Fragmentos de una conversación nómada. Laura Torrado y Alicia Chillida
La elección de esta figuración lleva implícita la creencia en la potencia y la relevancia de la imaginación, de la construcción de mitos, como un modo de salir de la estasis política e intelectual de estos tiempos posmodernos.
Rosi Braidotti
Peregrina es una figura mítica que trasciende el espacio y el tiempo, una sacerdotisa que oficia y teje un diálogo con el territorio y los elementos del paisaje, con el micro y el macrocosmos. Peregrina es la figura vestida de negro que dibuja en su caminar aquella linde que ocupaba un espacio físico de 100.000 pasos alrededor de la ciudad de Segóbriga, descrita por Plinio el Viejo en su libro Historia Natural (77 d.C.), y que delimitaba el distrito minero de lapis specularis o selenita en la Hispania Citerior, durante los siglos I y II d. C. Situadas en la provincia de Cuenca, las ciudades romanas de Segóbriga, Valeria y Ercávica, constituyen el escenario del nuevo trabajo de Laura Torrado: Specularia. El reflejo de Venus (2023).
Desde la década de 1990, la artista acude a su cuerpo como herramienta de trabajo en su obra performática que registra a través de la fotografía. Torrado pertenece a lo que Mariano Navarro, en el texto La oscuridad natural de las cosas (2013), reivindica como un linaje escultórico. Laura se refiere a su primera obra performativa, Transhumance (1993), para describir una continuidad en su trayectoria, que se muestra a cada paso más coherente y rotunda a través de imágenes pregnantes que proyecta en la imaginación del espectador. En Transhumance, la artista encarna y simboliza un ciclo de vida envuelta en una tela roja; ahora ceñida en negro se representa siendo gestada (re-nacimiento) en los enterramientos de Ercávica. Desde sus años de formación en NYC, ha habido en su obra llamadas implícitas a artistas como Louise Bourgeois, Ana Mendieta o Rebecca Horn. En este nuevo trabajo apunta a las acciones de Valie Export en Body Configurations (1972-76), donde el cuerpo de la artista organiza el espacio urbano y se configura como acera, pretil o carretera. Cita algunos referentes frente a la ficción y la representación, como Cindy Sherman, y afirma que no se trata solo de una cuestión identitaria, “acudes a tu fisicidad para recrear o ficcionar una escena, algo que tiene que ver con la inmediatez, con la vivencia en primera persona, los sucesos acaban construyendo un relato identitario, aunque no hayan nacido a partir de esa consciencia”.
Peregrina ha escogido el yermo y solitario campo de Castilla como escenario en el que dialoga y oficia con los vestigios de lapis dispersos en el paisaje. Allí la autora deviene piedra, eremita, surco en la tierra, aparece como grieta o como grada en el teatro romano de Segóbriga. Ella es la que duerme en el campo de los olivos, y en el sueño traza una cartografía con el cuerpo, la tierra y el tiempo.
Existe en esta obra una contradicción entre la presencia y la ausencia, entre el mostrarse y el ocultarse. La figura oficiante se manifiesta teatral, afirmativa, y sin embargo aparece velada, sin rostro en el que proyectarse. Este trabajo conecta con aquella serie previa de dibujos en tinta negra, Detrás del velo (2020), que representa una figura femenina desapareciendo o alejándose. El espacio teatral se diluye en el espacio pictórico: una caja negra en la que Laura interviene y compone con representaciones de deidades femeninas, Astarté con luna creciente sobre su cabeza (siglo II a. C. Babilonia), La Anunciación de Fra Angélico (1437-1446), o La Dame à la Licorne (c.1500), aparecen como imágenes veladas a través de la specularia. Con ellas, la artista intenta recuperar la figura de la diosa, remembrarla y llevarla a otro plano, al plano mítico y transcendente al cual pertenece, la vuelta a casa.
Tal como argumentan Baring y Cashford, designamos a esas imágenes sagradas de los poderes del universo que dan vida, alimentan y regeneran, con el nombre de diosa. Estas figuras nómadas femeninas aparecen como imágenes desactivadas por el patriarcado, despojadas de su capacidad de transcendencia y transformación, de su valor y significado. Son relatos del y desde el exilio. “Si se va más allá de la historia y se llega al arte, leyéndose el mito simbólicamente, más allá de teologías de género, este relato de exilio se transforma en un relato sobre el nacimiento de la consciencia humana”.
En este espacio teatral y pictórico sucede la comunicación entre lo humano y lo trascendente, entre arriba y abajo. La artista acude a la pintura barroca: Cristo crucificado (c.1632), La Venus del Espejo (1647), de Velázquez, el gesto afectado de Caravaggio en la doble imagen El reflejo de Venus (2022), en la que los reflejos de narciso no se corresponden y adoptan un gesto ambiguo, como en la obra Muchacho mordido por el lagarto (c.1593-95), una escena entre el drama y el erotismo. Una reflexión en torno a la representación pictórica, al espacio doblado y escenográfico. En la imagen Venus (2022) el juego de la jerarquía de la mirada se altera, al ser nosotros mirados por ella el acto de voyeurismo no puede darse sin una cierta incomodidad. “La figura tampoco muestra el espejo, quizás porque ese espejo en el que ella se mira es quien mira”.
En la serie fotográfica Vida suspendida (2010-2023), la artista utiliza desechos, ceniza, flores muertas, cabello, alas de mariposa… Es un trabajo que hace referencia al desvanecimiento de la belleza frente a un cronos devorador, presente en las vanitas del Barroco: la dualidad Eros-Tánatos, el erotismo, se presenta como fuente de vida y muerte. Un periodo artístico que aparece renovado desde su práctica y su idea sobre la belleza entendida como provocación, en el límite. “Una belleza perturbadora que conlleva una revolución, la de todo aquello que existe en la frontera de su inmediata destrucción”.
Otra imagen que precede a este proyecto es Duelo (2022), una figura femenina que aparece sobre un búnker. Con ella comienza la traza de una cartografía del dolor: lo señala y lo significa para transformarlo. La compasión entendida como compañía en el dolor, en la pasión.
Specularia. El reflejo de Venus responde al nomadismo propio de la condición de ser artista, a la conciencia de la no aceptación de límites en el afán de experimentar el cuerpo como un territorio político. Ella recupera los símbolos de lo telúrico y lo cósmico, es la figura mediadora que oficia. El arte es el faro.