Gonzalo Chillida: Ver y no dejarse ver

París era París, por todo lo alto. Alfonso de la Torre

¿Cómo haremos para desaparecer?”
Maurice Blanchot

El sábado trece de enero de 1951, Gonzalo Chillida Juantegui (San Sebastián, 1926-2008) se incorporaba al Colegio de España, en el 9 del Boulevard Jourdan en la Cité Universitaire de París. En el mismo permaneció hasta finales de junio de ese año (2), con aire de semestre académico. Volvería en el otoño del siguiente, 29 de noviembre de 1952, allí alojado hasta el 26 de junio de 1953, se ve, esta vez, coincidiendo con un curso completo. ¿Continuaremos con las certezas?: sencillamente no, pues estos datos quizás sean los más precisos que conocemos de la estancia de Gonzalo en París, lo cual nos permite iniciar mencionando la justicia del calificativo de Gabriel Celaya de “este hombre secreto” (3), por cierto, quizás continuador de una cofradía, muy relevante de pintores y, en general, artistas, que, como el Faulkner apartado en su algodonal del oeste, eran capaces de vivir sin dejarse ver. Gonzalo pareciere verdadero practicante del arte de desaparecer, como si, en ese no dejar huellas disfrutara de la magia del eremita en su retiro (4), ejerciente de aquello señalado por Maurice Blanchot: “¿cómo haremos para desaparecer?”. El resto por narrar quedará acariciado en la neblina del tiempo, tal en su pintura asoman en la historia ciertas notas como islas entrevistas, rocas, salientes, arenas arrastradas, desvanecidas playas sobre las que el agua dejó su huella. Mas ciertos apuntes nos permitirán trazar pistas: avancemos pues, a sabiendas de la espesura.

En su petición para la estadía en el Colegio de España, Gonzalo hacía constar su deseo de continuar los estudios de pintura, no explicándose el lugar (5), ese sentido de “continuar” quizás refiriera los iniciados en Madrid, nueva suspensión del juicio. Es sabido que norma para permanecer en el Colegio era mantener algún tipo de estudios académicos justificados en París (6). Pues, de modo previo a aquella marcha a la capital francesa, Gonzalo Chillida había realizado diversas tentativas de estudiar en el Madrid de 1947, que se asomaba a los fértiles fifties. Como ha evocado Rafael Canogar en el mismo tiempo (7), era un Madrid que en lo pictórico recibía las enseñanzas de Daniel Vázquez Díaz, una de las figuras reverenciadas por los jóvenes pintores de ese tiempo, repartiendo Gonzalo Chillida su tiempo entre la tentativa de aprendizaje para el ingreso en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (8) y los dibujos en el Círculo de Bellas Artes, a ello unido el verdadero magisterio del Museo del Prado, que -esto sí es una certeza- visitará durante toda su vida. Y las excursiones a los alrededores de Madrid, Ávila tan dibujada en lugar principal (9). De tal forma que su proceso creativo podría asimilarse al contexto de la llamada “Joven escuela madrileña” (10), una figuración quieta, de luces planas y que, en ciertas obras, en especial los bodegones, unas naturalezas muertas con aire pétreo, una pintura casi esculturizada, conduciría a esos lienzos hacia una notoria semblanza metafísica. ¿Un vasco en vía Fondazza? Eran still-lifes con aire de acentuada desconexión entre las formas, objetos y frutas, apartados panes o quesos, platos y jarras sin relación, como objetos desposeídos. Como si fuesen cacharros con sus sombras anhelantes, obsesionados por la consciencia del espacio (11).

Entre tanto, su hermano Eduardo, llegado al Colegio de España en París tres años antes, en 1948, todo aquel 1951 estaba alejado, residía en Villaines-sous-Bois, cincuenta quilómetros al norte de París (12). Y, puesto que retornó Eduardo a Hernani a finales de ese último año, los encuentros entrambos debieron ser escasos. Es una historia que ya hemos narrado (13): en un ajado molino de sidra, “Pompei”, así llamado en Villaines por su aire ruinoso (14), bajo ese nombre que hablaba del pasado, fue donde Eduardo concebiría su taller en Francia, un mundo de esculturas quietas, de yeso o piedra, algunas inspiradas en sus encuentros con las salas de antiguas culturas del Louvre, que están en el origen de su obra escultórica.

Habitación número 34, estudio-taller 135 en una de las torres del quinto piso del Colegio de España, contiguo al de Narciso Yepes (15), de tal forma que, desde entonces la música, quizás tentativas compositivas de sus “Jeux interdits” (16), le acompañaría al pintor Gonzalo Chillida en su quehacer diario (17). Otra amistad de ese tiempo en el Boulevard Jourdan: el estudiante de Derecho de origen marroquí Maurice Cohen, residente en el colegio español el curso 1950-1951, retratado por el artista en un par de ocasiones (18). ¿Y con qué artistas se encontró en el Colegio? A mi juicio, entre todos ellos, un encuentro tuvo que resultar esencial: el sucedido con Pablo Palazuelo, con quien coincidió en el Colegio durante todo ese segundo ciclo de su estancia en París (19), entre 1952 y 1953, recién retornado el madrileño desde Villaines y período previo a la marcha, en la primavera de 1954, al mítico trece de la rue Saint-Jacques, allí, entre el encierro y la admiración por ese barrio mestizo, rediviva patria de François Villon (20), donde permanecería hasta 1968. En un conjunto de fotografías de reciente hallazgo se revelan estos encuentros, verano de 1955, visitas de Gonzalo al estudio de Pablo, ya en la rue Saint-Jacques o excursiones campestres (21) de la tríada de amigos (Eduardo, Gonzalo y Pablo) encontrados con Louis Clayeux (22), y los galeristas Paule y Adrien Maeght, imágenes que me recordaron aquella partie de campagne de Jean Renoir. (…)

(Extracto del catálogo, ed. Galería José de la Mano, Madrid, 2021).

 

2 El día 26 de junio de 1951.
3 CELAYA, Gabriel. La pintura de Gonzalo Chillida. Op. cit.
4 O bien aquel adagio de Bernardo Soares sobre “la gloria nocturna de ser grande no siendo nada (…) la magia sombría del esplendor desconocido (…) lo sublime del monje en el desierto, del eremita en su retiro”. PESSOA, Fernando. Livro do desassossego por Bernardo Soares. São Paulo: Editora Brasiliense, 2003, p. 46. La edición consultada.
5 No consta en los Archives Nationales, en Francia, en los llamados “fonds relatifs à l’instruction publique”, conservados en dichos Archivos. Comunicación de Dominique Piron, 11/III/2021. No se ha encontrado su nombre en los archivos de la École Nationale de Beaux Arts, aunque sabemos que era posible la presencia de alumnos libres. Lo mismo en lo relativo a la llamada École du Louvre, otro lugar frecuentado por los artistas de aquel tiempo. Comunicación de Isabelle Bador, Chef du service de la scolarité, École du Louvre: “Il a pu sui- vre éventuellement des cours comme auditeur libre, sans inscription particulière, mais de cela je n’ai pas la trace” (2/IV/2021).
6 Así lo sabemos en el caso de Palazuelo, matriculado desde el 30 de noviembre de 1948, como alumno libre en el taller de René Jaudon, en la École Nationale des Beaux Arts en el barrio latino. (Archives nationales AJ52 / 1353: Registre d’inscription des élèves dans les ateliers de peinture, sculpture, architecture et gravure, 1945-1957). Fuente: Joëlla de Couëssin, Chargée d’études documentaires, École National Supérieure des Beaux Arts, Paris (VII/2009). Algo similar en el caso de Eusebio Sempere, quien declaraba ser alumno en la misma escuela y posteriormente declare su intención de cursar estudios de Historia del Arte en el Louvre (instancia de 1/XI/1955). Está explicado en: DE LA TORRE, Alfonso. Eusebio Sempere: otro caballero de la soledad [Y vuelta al Paris de los cincuenta]. Alicante: “Canelobre”, nº 69, Instituto alicantino de cultura Juan Gil Albert, Verano 2018, pp. 106-122.
7 Lo hemos recordado en el catálogo: DE LA TORRE, Alfonso. Rafael Canogar. Ayer Hoy. Fuenlabrada: CEART, 2019. Rafael Canogar hizo una glosa sobre Daniel Vázquez Díaz, artista al que ha considerado siempre capi- tal. CANOGAR, Rafael. Memoria de Daniel Vázquez Díaz. Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2004.
8 “Pidió poder realizar la prueba práctica de dibujo para iniciar los estudios, pero en su expediente no consta ni si llegó a completarla o a pasarla. El documento (…) es una instancia mediante la que ‘solicita el examen de ingreso práctico’, firmada el 30 de abril de 1947. En ella figura que reside en la Ciudad Universitaria, cuarto 167”. Correspondencia con Mikel Lertxundi, 1/IV/2021.
9 Hay dibujos de la ciudad desde 1945.
10 Galería Buchholz, La joven escuela madrileña, Madrid, 21 noviembre-15 diciembre 1945. La exposición contó con la participación de un grupo de pintores y escultores: Pedro Bueno, Álvaro Delgado, Juana Faure, Eustaquio Fernández Miranda, Carlos Ferreira, José (García) Guerrero, Luis García Ochoa, Antonio Lago, Juan Antonio Morales, Pablo Palazuelo, Miguel Pérez Espinosa y José Planes. El asunto de la nueva “Escuela de Madrid” fue tratado en 1954 por Manuel Sánchez Camargo (Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1954). Recordemos la acertada observación que sobre ellos subrayó José Luis Fernández del Amo: eran un grupo que “vivía en el riesgo de la novedad” cuando ésta no había perdido todavía su carácter desusado. Citado por CAMPOY, Antonio Manuel. Valdivieso, Ramiro Tapia, Balinska, Grabados, ‘Art Nouveau’. Madrid: “ABC”, 26/XII/1967,
p. 20. Esta exposición fue recordada en 1974 en la Galería de arte Zodiaco, Exposición homenaje en el 29 aniversario de la celebrada en la Galería Buchholz, Madrid, 1-30 marzo 1974.
11 Vid. a este respecto: LERTXUNDI GALIANA, Mikel. Espacios para la reflexión. En “Gonzalo Chillida”. Donosti: Kubo-Kutxa, 2016, pp. 17-27. El mismo autor precisaba que esa “primera época de tanteos es difícilmente clasificable, en gran medida por la sistemática destrucción a la que fue sometida por el propio artista años después, pero recuerda a mucha de la obra local que se produjo en la posguerra”. LERTXUNDI GALIANA, Mikel. Gonzalo Chillida, un pintor de frontera. En “Gonzalo Chillida”. Donosti: Koldo Mitxelena, 2013, p. 15.
12 Quizás pudo visitarle Gonzalo, si sabemos que se accedía fácilmente en el tren desde la parisina Gare du Nord.
13 La estancia de Eduardo Chillida en el Colegio de España consta, oficialmente, entre 1948 y 1950, en ajustada cronología con su estadía en Villaines sucedida entre octubre de 1950 y octubre de 1951. Está narrado, por ejemplo, en: DE LA TORRE, Alfonso. Calma, silencio, trabajo en paz. Madrid: Ediciones del Umbral, 2019. Aquel mes (octubre 1951) el matrimonio Chillida-Belzunce se instala en Villa Alegre, en La Florida, Hernani (Gipuzkoa). Fuente: Ixiar Iturzaeta. Archive & Library. Chillida Leku, 9/III/2021. El matrimonio de Eduardo Chillida y Pilar Belzunce tuvo lugar el 28 de julio de 1950.
14 UGALDE, Martín de. Hablando con Chillida, escultor vasco. San Sebastián: Editorial Txertoa, 1975, p. 75.
15 Retratado, de espaldas con la guitarra, en dos dibujos del artista, de 1952. Conservados en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Yepes permaneció nueve meses en el Colegio de España.
16 En aquel tiempo Yepes musicó la película de René Clément “Jeux interdits” (1952).
17 Conversación con Alicia Chillida, 17/II/2021. También: “Narciso Yepes estuvo residiendo en el Colegio de 1951 a 1952 y ocupó la habitación n°81. Y con estancias cortas estuvo el año 1950 y 1953 (…)”. Fuente: Ana María Pedrerol, 15/III/2021.
18 Retratado en un par de ocasiones en 1951. Conservados en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
19 Obvio es señalar que, es conocido, coincidieron Palazuelo y Chillida en el tiempo de estadía en Villaines-sous-bois y que, por tanto, poco lugar de encuentros en París durante la primera estancia de Gonzalo allí.
20 “Poco se sabe con certeza sobre estos periodos: ni dónde estudió, ni con quién, ni qué ambientes frecuentó, pero sí que conoció allí a Pablo Palazuelo, a Georges Braque y al músico Narciso Yepes, con quien trabó una buena amistad que duraría toda la vida”. LERTXUNDI GALIANA, Mikel. Gonzalo Chillida, un pintor de frontera. En “Gonzalo Chillida”. Donosti: Koldo Mitxelena, 2013, p. 19.
21 En La Charité-sur-Loire.
22 Louis Clayeux (La Charité-sur-Loire, 1913-2007), fue director de la galerie Maeght desde 1948 hasta 1964. Personaje importante en nuestra historia, próximo a Palazuelo y a Chillida, conoció también a Fernando Zóbel. Visitó el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca en diciembre de 1964 para negociar la incorporación del “Abesti Gogorra IV” de Eduardo Chillida que preside el Museo. Está contado en: DE LA TORRE, Alfonso. Zóbel-Chillida, al encuentro. En “Zóbel-Chillida. Caminos cruzados-Crisscrossing paths”. Barcelona: Galería Mayoral, 2019. Según Alicia Chillida, próxima su marcha persiguió la integración de Gonzalo Chillida en el equipo de la Galerie Maeght. Conversación 8/IV/2021.