Free-lance curator/director based in Madrid, Spain, working either in public and private spaces since 1987
Cristina Iglesias
- Comisaria: Carmen Giménez
- Dirección del proyecto MNCARS: Alicia Chillida
- Coordinación: Elena Fernández Manrique
- Lugar: Palacio de Velázquez, MNCARS, Madrid, 1998
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Itinerancia: Guggenheim Museum, Nueva York, 1997
Renaissance Society, Chicago, 1997-1998
Museo Guggenheim, Bilbao, 1998-1999





Cristina Iglesias. Alicia Chillida
La exposición, que destaca por su especial adecuación al espacio arquitectónico que la alberga, supone la primera presentación individual de Cristina Iglesias en un museo español. Consta de unas 24 obras e incluye piezas realizadas expresamente para el Palacio de Velázquez.
Cristina Iglesias trabaja con materiales industriales como el hormigón, el hierro y el cristal combinados con motivos vegetales como el bambú y la hojarasca. A menudo cubre las superficies de sus obras con patrones de follaje, por ejemplo en Sin título (Bosque de Bambú), 1995-1997, a través de un mecanismo de repetición del motivo, la artista redefine el espacio de la galería invitando al espectador a entrar en un bosque. Explorar la idea de un espacio dentro de otro espacio es uno de los temas recurrentes en su trabajo.
Además del interés de la autora por la información adicional, los datos que deliberadamente distraen, desvían la percepción de la forma abstracta. De ahí la introducción de detalles —como la flora exótica e identificable— que pueden definirse como narrativos. Como la misma artista señala, los juegos de texturas no se aprecian a distancia, pero cuanto más se acerca el espectador a la obra, más completos resultan. De hecho, este interés no se limita únicamente a la conjunción de forma e imagen, sino también a la imagen y decoración. “Es como llevar ornamentación a un espacio de representación” (Nancy Princethal).
Sin título (Techo suspendido inclinado), 1997, es un gran plano ondulante capaz de invertir la relación espacial entre la obra y el espectador, enfrentando a éste con un volumen orgánico y acuoso que actúa simultáneamente como techo y suelo, como fondo y superficie.
La fusión de lo orgánico con lo industrial, el gran formato y las composiciones variadas de sus esculturas generan un diálogo, haciendo señas al espectador para que camine alrededor y, a veces, a través de las obras. Cristina Iglesias pone un especial énfasis en los problemas de la forma y el espacio, en concreto al hacer éstos referencia a motivos y texturas que se dan en la naturaleza, inventando así su propio paisaje.
Las esculturas se acompañan de serigrafías en gran formato sobre seda o cobre. Estas obras parecen estar impresas con fotografías de instalaciones reales, cuando en realidad representan modelos en miniatura de los trabajos escultóricos de la artista. Junto a las tres dimensiones, estos trabajos crean una ilusión de profundidad espacial y desdibujan aún más la distinción entre el entorno natural y el espacio construido. En Sin título (Tríptico III), 1997, la artista enfatiza simultáneamente el plano fotográfico y la imagen, más recóndita y profunda. La obra invita al espectador con su insinuación de accesibilidad a adentrarse, pero la imagen es un callejón sin salida y sin punto real de entrada.
Buscando Refugio. Barbara Maria Stafford
(…) De forma desconcertante, Iglesias, nos pone delante una sección de un pasillo oscuro, la parte translúcida de una marquesina, o el arco de un contrafuerte expuesto junto a un retazo de tapiz. Cada construcción es parcial, provisional o está rota. Y sea cual sea la densidad de estos objetos materiales, ésta se disuelve rápidamente en la atmósfera enrarecida de la inmaculada galería de arte. (…) Los artefactos recortados, de amplias aberturas, de Iglesias exigen así mismo unas condiciones de visión rigurosas. Pero el destierro de cualquier totalidad aglutinante y el escenario neutro son características específicas del realismo urbano actual. El refugio se ha hecho intermitente, proporcionando un breve respiro de la transparencia intrusa y un descanso momentáneo de la exposición a los multimedia.
La ausencia de contexto, de interconexión mayor sirve para destacar la soledad totémica de los santuarios seculares de privacidad de Iglesias. (…)
Esta manera de destacar la vulnerabilidad es tan perturbadora precisamente porque las formas arcaicas que utiliza y reconsidera evocan mitos de estructuras protectoras y protegidas por la divinidad: el laberinto cretense, la cueva hindú, el túmulo irlandés, el dólmen británico, los contrafuertes góticos franceses y las cornisas del Nuevo Mundo. Pero hoy no se da ninguna de las condiciones físicas y psicológicas que una vez hicieron sentirse protegidos a a sus habitantes. Los lúcidos volúmenes y las aberturas cuidadosamente ideadas de la arquitectura legendaria resultan confusas y fortuitas en los proyectos de Iglesias. El efecto desconcertante de los refugios porosos, que no ofrecen una protección duradera, ejerce una presión intolerable en el significado de seguridad mental. Nos seduce la idea de entrar en sus oquedades luminosas, no para huir de la lucha o de la enfermedad, sino para eludir una angustia mayor, nebulosa e indefinida, difícil de concretar. A diferencia de un amuleto mágico o un talismán encantado, esos refugios fuertes, aunque imperfectos, nos protegen del peligro sólo por un instante. Aunque paradójicamente, al aludir a sistemas de ordenación serenos y coherentes, nos permiten experimentar una seguridad provisional. Iglesias parece sugerir que la desesperación y el consuelo de las capas protectoras postmodernas radican en su total superficialidad. No existe ninguna subestructura absoluta o permanente que apuntale las obras humanas. Cualquiera que sea el refugio que se nos dé, estará en la propia estructura; no detrás, sino ante nuestros ojos.
(Extracto del catálogo, ed. The Solomon R. Guggenheim Foundation, Nueva York / FMGB Guggenheim Bilbao Museoa, Bilbao, 1998).